Exposiciones

Las flores y las piedras

6 Diciembre, 2013 - 29 Enero, 2014
Centro de Fotografía de Montevideo

La vida después de la muerte

 
“En principio siempre ha sido más sencillo aliviar el dolor que dar placer o hacer feliz. Las zonas de dolor se localizan mucho más fácilmente. Con una enorme excepción: el dolor emocional de la pérdida, el dolor que ha roto el corazón. Este dolor ocupa el espacio de toda una vida”.
John Berger
 
Hacia 1545 los conquistadores descubrieron, en el actual altiplano boliviano, una montaña que se convirtió rápidamente en una fuente inagotable de riquezas, el ahora famoso Cerro Rico. Ubicado cerca de Potosí, a 4.500 metros sobre el nivel del mar, este cerro facilitó la financiación de los grandes gastos que le producían a la corona las expediciones en las nuevas conquistas. Al mismo tiempo, se transformó en un escenario trágico en el que murieron, entrando y saliendo de sus entrañas, más de ocho millones de personas.
En la actualidad trabajan allí unos dieciséis mil mineros, que en condiciones inhumanas y desde muy jóvenes inhalan los gases tóxicos del mineral en jornadas de hasta veinte horas.
El contacto con estos vapores les produce una insuficiencia pulmonar que desemboca en silicosis –enfermedad letal conocida también como “mal de mina”–, responsable de los elevados índices de muerte temprana.
La parte más acallada, dentro de un contexto social rígido y machista, es el reverso de esta historia: detrás de cada minero muerto queda una viuda que debe construir un nuevo destino en su vida. Acostumbrados a seguir la voz del jefe del hogar, las mujeres y los niños quedan en situación de desamparo para enfrentar la vida y las costumbres de la sociedad. Las flores y las piedras es un ensayo sobre estas protagonistas y estas historias. Un ensayo que de manera simple, pero densa y contundente, da cuenta de una tristeza que parece incorporada en sus vidas a partir del dolor de la ausencia. Con un estilo visual directo y frontal, que recuerda a los primeros daguerrotipos, Szyd ha construido esta serie de retratos y ha registrado algunas pertenencias que ellas conservan como verdaderos tesoros, desafiando el rito cultural de quemar todo lo perteneciente al difunto.
También fotografió el cerro, que surge en medio de grises y desnudos paisajes como un gigante eterno, inevitable y todopoderoso. El trabajo se convierte entonces en una exploración de la profundidad de las miradas, de las expresiones y de las fisonomías. Szyd descubre el paso del tiempo, describe sus pliegues, las huellas y las marcas que deja la vida. Forma conciencia sobre una situación tan triste como injusta.
Una situación irresuelta desde los tiempos de la conquista, y muestra, también, cómo las flores conviven con las piedras.
Juan Travnik